miércoles, 13 de agosto de 2014

CUSTODIA COMPARTIDA

¿De quien son los hijos?

Seguramente la primera respuesta que viene a la mente, es que los hijos son de sus madres, sin embargo lo cierto es que los hijos no son propiedad de nadie; no pertenecen a sus madres ni a sus padres; aunque también es muy cierto que en caso de hijos biológicos, ya desde el momento de la gestación, la unión celular entre madre e hijo genera un vínculo afectivo muy fuerte para ambos; esto es seguramente lo que hace pensar a muchas mujeres que tienen o tenemos más derechos sobre nuestros hijos de los que pueda tener su padre.

Hace un tiempo, dando un paseo con mi hijo de 11 años se me ocurrió hacerle una pregunta sencilla, esperando un respuesta concreta, sin embargo, la respuesta fue totalmente la contraria a lo que yo esperaba. Le pregunté -¿me echas de menos cuando estás con papa? y él, sin pensarlo dos veces me respondió -no, con una pequeña y casi imperceptible mueca de asombro y esa cara indescriptible pero sobradamente conocida que ponen los niños cuando sus madres hacen ese tipo de preguntas. Entonces seguí con mi pequeño interrogatorio, y pregunté obviamente si cuando estaba conmigo echaba de menos a su padre, por suerte la respuesta fue exactamente la misma -no. Evidentemente la segunda respuesta me tranquilizó, ya que una primera respuesta negativa y una segunda afirmativa habría sido devastadora para mí. 
Supongo que está acostumbrado a ese reparto del tiempo, tiene la atención necesaria por ambas partes, aunque no al mismo tiempo, él como muchos otros niños tiene la atención de sus padres por turnos. Yo imagino que sí debe echar de menos al otro cuando no está, pero cuando él responde a mi pregunta con una negativa, y sigue con lo que hacía con toda naturalidad, es porqué a pesar de no tener a sus padres juntos él se siente cuidado y querido por ambos.
Dos sencillas preguntas y dos sinceras respuestas, que me proporcionaron una pequeña dosis extra de tranquilidad para continuar de acuerdo a las decisiones tomadas. Compartiendo el tiempo que cada uno de nosotros tiene la gran suerte de pasar con él, favorecemos a su desarrollo emocional de manera equilibrada, ya que posiblemente sus necesidades afectivas estén correctamente cubiertas. Evidentemente si él hubiera preguntado si yo le echo de menos cuando no está, mi respuesta habría sido que sí, pero eso es otro tema...

Tras la ruptura de una pareja con hijos, se plantean muchas dudas y se generan muchos miedos; se nos plantean algunas dudas, ¿entenderá lo que estamos haciendo?, ¿es esta la vida que habíamos previsto para él? ¿se convertirá en un niño más triste que los demás? o incluso miedos como por ejemplo... ¿nos culpará en el futuro?
Las decisiones que tomamos respecto a nuestros hijos, requieren reflexiones previas, y a veces resulta complicado porqué es difícil saber si estamos actuando de la forma correcta. Muchas veces las consecuencias de las decisiones que tomemos no se verán reflejadas hasta tiempo después. Tampoco podremos saber si el niño habría sido distinto en caso de que nos hubiéramos separado, porqué está claro que solo podemos vivir una vida, tanto nosotros como él. 
Cuando decidimos una custodia compartida en lugar de un régimen de visitas más restrictivo, no sabemos de qué manera esto va a favorecer o perjudicar a nuestros hijos, pero lo que sí sabemos, o por lo menos yo si sabía o intuía, es que era lo más justo para todos. 

Una amiga me dijo una vez que los niños solamente necesitan dos cosas para crecer sanos y felices, una es comida, la otra amor. Como vivimos en un país desarrollado, no sabría decir en qué orden... Evidentemente todos tratamos de darles mucho más, a veces les damos cosas que sencillamente no necesitan, por eso siempre recuerdo estas palabras cuando tengo alguna duda. Y algo que yo considero muy importante para su desarrollo, confianza en ellos mismos, amor por sí mismos, porqué solo así creerán que son merecedores de que les ocurran cosas buenas. 

La custodia compartida no es una opción fácil para ninguno de los implicados, para el niño implica dos casas, aparentemente dos vidas... una con su padre y otra con su madre. Para los padres implica el doble de muchas cosas, y requiere una organización bastante disciplinada. Es necesaria una buena comunicación y un buen entendimiento para que el día a día funcione. Además requiere algo que considero fundamental, que es una gran dosis de generosidad por ambas partes siempre en favor del niño. Debemos olvidarnos de lo que es mejor para nosotros mismos y pensar primero en la estabilidad de los niños, porqué solo así conseguiremos que a pesar de todo los niños crezcan felices.

Tengo que explicar que en mi caso, desde el primer momento tuve muy claro que esta era la mejor opción para todos, aunque es una decisión que como madre no es fácil tomar, ya que el tiempo sin mi hijo se hace muy largo, y se echa mucho de menos a un niño pequeño cuando no puedes estar con él. Pero por esa misma razón, pensé que privar a su padre de estar con él y limitar el tiempo a un par de tardes a la semana, me parecía una crueldad de la que yo no quería ser partícipe. Si los padres se implican en el cuidado de los hijos desde que nacen y son tan capaces como nosotras, no es justo limitar el tiempo que comparten con sus hijos a una tarde a la semana y un fin de semana cada dos. Aunque supongo que cada caso es distinto y en esto como en muchas otras cosas no se puede generalizar.

Particularmente creo que si exigimos igualdad, debemos concederla también. 



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